Beirut / Madrid, 28 de septiembre de 2024 – 15:17 CEST
Hasan Nasralá, secretario general de Hezbolá, falleció este viernes tras un ataque aéreo israelí en las afueras de Beirut. El dirigente del grupo chií libanés, considerado una figura clave tanto en la política local como en Oriente Medio, perdió la vida mientras se encontraba en un refugio, según confirmaron fuentes oficiales libanesas. Su muerte ha desatado reacciones tanto en Líbano como en otros países de la región.
El ascenso de Nasralá y su papel en Hezbolá
Nacido en 1960 en los suburbios del sur de Beirut, Nasralá asumió el mando de Hezbolá en 1992, después del asesinato de Abbas al-Musawi, también a manos de Israel. Bajo su liderazgo, Hezbolá dejó de ser una mera milicia para convertirse en un influyente actor político en Líbano. En 2006, tras la guerra de 34 días contra Israel, Nasralá fue visto como un héroe en gran parte del mundo árabe por su capacidad de resistencia frente al ejército israelí.
Durante las últimas tres décadas, Hezbolá, bajo la guía de Nasralá, consolidó su presencia en las instituciones libanesas, participando en varios gobiernos y obteniendo control sobre sectores clave del país. Esto generó fricciones con otras facciones políticas, quienes criticaron a Hezbolá por utilizar su ala militar para ejercer presión y condicionar decisiones gubernamentales a su favor. No obstante, para muchos chiíes libaneses, Nasralá era el símbolo de la resistencia contra la ocupación israelí y la influencia extranjera.
Un líder espiritual y político influyente
Nasralá, identificado por el turbante negro que usan los clérigos chiíes descendientes del profeta Mahoma, era conocido como “sayyed”, un título de gran respeto dentro de su comunidad. Su liderazgo trascendía la política, ya que también era una figura religiosa que supo canalizar las aspiraciones de los chiíes libaneses, erigiéndose como defensor de los más vulnerables.
Durante su mandato, Hezbolá no solo se enfrentó militarmente a Israel, sino que también se consolidó como una fuerza política que supo capitalizar las crisis internas de Líbano. Nasralá forjó alianzas cruciales tanto a nivel nacional como internacional, obteniendo el respaldo de Siria e Irán, que apoyaron al grupo financieramente y con recursos militares. Esta red de apoyo permitió que Hezbolá se convirtiera en una organización poderosa en la región, lo que también intensificó las tensiones con Israel.
Las tensas relaciones con Israel y la constante amenaza de conflicto
Desde su fundación en los años 80, la relación entre Hezbolá e Israel ha estado marcada por una enemistad permanente. Nasralá, en varias ocasiones, utilizó un discurso fuerte contra Israel y no dudó en amenazar con acciones militares cuando los intereses de Hezbolá estaban en peligro. En 2000, el grupo jugó un papel crucial en la retirada de las tropas israelíes del sur de Líbano, lo que Nasralá celebró como una gran victoria.
El conflicto más severo entre ambas partes se produjo en 2006 durante la Segunda Guerra del Líbano, un enfrentamiento que dejó miles de muertos y causó una gran devastación en la región. Aunque desde entonces las tensiones se mantuvieron latentes, ambas partes evitaron choques directos a gran escala. Sin embargo, en los últimos meses, la situación se había vuelto más delicada, con movimientos militares y un intercambio de amenazas verbales entre ambas partes.
El ataque aéreo y la muerte de Nasralá
El ataque que acabó con la vida de Nasralá ocurrió en la madrugada del viernes, cuando aviones israelíes bombardearon los alrededores de Beirut. Según el ejército israelí, el objetivo del ataque era eliminar a figuras clave de Hezbolá, que según su inteligencia, planeaban una ofensiva contra Israel. Aunque los detalles del ataque aún no son completamente claros, se confirmó que Nasralá estaba en un búnker cuando fue alcanzado por los misiles.
Hasta el momento, el gobierno israelí no ha emitido un comunicado oficial sobre el ataque. Sin embargo, medios locales han citado a fuentes militares que indicaron que la operación era parte de un esfuerzo por debilitar las capacidades militares de Hezbolá en medio de un aumento de la violencia en la frontera sur del Líbano.
Reacciones inmediatas y consecuencias
La noticia de la muerte de Nasralá ha sacudido profundamente a Líbano y la región. Miles de personas han salido a las calles del sur de Beirut, bastión de Hezbolá, para mostrar su luto y solidaridad con la organización. Aunque los líderes del grupo aún no han hecho declaraciones oficiales, se espera que Hezbolá emita un comunicado en las próximas horas.
Irán, uno de los principales aliados de Hezbolá, ha condenado enérgicamente el ataque, calificándolo de “acto de agresión” y prometiendo represalias. El líder supremo iraní, Ali Jamenei, lamentó la muerte de Nasralá, describiéndolo como “un mártir de la resistencia islámica”.
En el ámbito internacional, diversos actores han expresado su preocupación por las posibles repercusiones de este ataque. Naciones Unidas ha instado a la calma y ha pedido a todas las partes que eviten una escalada que podría desatar un nuevo conflicto en la región, ya convulsionada por múltiples crisis.
La situación en Líbano, ya frágil debido a la grave crisis económica y política que atraviesa, podría desestabilizarse aún más tras la muerte de Nasralá. Hezbolá sigue siendo un actor clave en el panorama político libanés, y la respuesta del grupo podría tener profundas implicaciones tanto a nivel nacional como regional.
El legado de Hasan Nasralá
A pesar de las controversias que rodearon su figura, Nasralá deja un legado como uno de los líderes más influyentes en la historia reciente de Líbano. Su habilidad para transformar a Hezbolá de una milicia a una fuerza política con gran peso en el gobierno libanés, así como su constante resistencia frente a Israel, serán aspectos clave que definirán su legado. Por ahora, el futuro de Hezbolá y el impacto de su muerte en la región siguen siendo inciertos.