Viena, 30 de septiembre de 2024 — El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), bajo el liderazgo de Herbert Kickl, ha logrado un resultado histórico en las elecciones parlamentarias celebradas el pasado domingo, alcanzando el 29,2% de los votos. Este hito marca la primera vez que una formación ultraderechista gana unas elecciones legislativas en Austria, lo que representa un punto de inflexión significativo en la política nacional. No obstante, este triunfo no garantiza una mayoría parlamentaria, lo que plantea dudas sobre la posible formación de un gobierno de coalición.
El FPÖ ha superado al Partido Popular Austriaco (ÖVP), liderado por el canciller Karl Nehammer, que cayó al 26,5%, un fuerte descenso respecto al 37,5% que obtuvo en las elecciones de 2019. Los socialdemócratas (SPÖ), encabezados por Andreas Babler, registraron su peor resultado histórico, quedando en tercer lugar con un 21% de los votos. Otros partidos, como los liberales de Neos, subieron levemente hasta el 9%, mientras que Los Verdes, que han sido socios menores del gobierno, retrocedieron a un 8%.
El auge del FPÖ: una tendencia consolidada
El crecimiento del FPÖ ha sido evidente en los últimos años. Durante casi dos años, el partido lideró las encuestas, y en las elecciones europeas de junio de 2024, ya habían mostrado su fuerza, obteniendo un 25,4% de los votos. En esa ocasión, quedaron a solo un punto del ÖVP, consolidando su influencia en la política austríaca.
Herbert Kickl, de 55 años, ha sido el artífice de este ascenso. Con una trayectoria política que comenzó en los años 90, trabajando junto al líder ultraderechista Jörg Haider, Kickl ha superado el récord de su predecesor, quien en 1999 alcanzó un 26,9% de los votos. El resultado de estas elecciones ha sido celebrado como “el milagro azul”, en referencia al color que representa al FPÖ.
El partido se ha recuperado de la debacle sufrida en 2019, cuando las acusaciones de corrupción que implicaron a su entonces líder, Heinz-Christian Strache, redujeron su apoyo al 16,2%. El escándalo, conocido como el “caso Ibiza”, llevó a la renuncia de Strache y dejó al FPÖ en una situación crítica, de la que Kickl ha logrado resurgir.
Posibles alianzas y reacciones
Pese a la victoria, el FPÖ enfrenta grandes desafíos para formar un gobierno. Ninguno de los principales partidos —los socialdemócratas, Los Verdes y los liberales de Neos— se ha mostrado dispuesto a pactar con una formación que, bajo el liderazgo de Kickl, ha sido acusada de xenofobia, antisemitismo y de adoptar una postura euroescéptica y prorrusa. Durante la campaña, Kickl propuso la suspensión del derecho a la protección internacional para los refugiados y endurecer las políticas migratorias, lo que generó críticas tanto a nivel nacional como internacional.
El canciller Karl Nehammer, líder del ÖVP, ha advertido que Kickl representa “una amenaza para la seguridad del país”, pero no ha cerrado completamente la puerta a una posible coalición. “Existen personas razonables dentro del FPÖ con quienes se puede trabajar”, señaló Nehammer, aunque dejó claro que no aceptaría las tácticas de Kickl, a quien acusó de promover teorías conspirativas y de sembrar el miedo entre los ciudadanos.
Por otro lado, los socialdemócratas, liderados por Andreas Babler, han expresado su disposición a dialogar con el ÖVP con el fin de impedir que el FPÖ llegue al poder. Con los resultados prácticamente definitivos, una coalición entre el SPÖ y el ÖVP les otorgaría 93 escaños, lo que constituiría una mayoría en el Parlamento de 183 diputados. Sin embargo, esta alianza no estaría exenta de complicaciones, ya que ambas formaciones tienen diferencias importantes en cuestiones clave, como la política tributaria.
Un panorama incierto en la política de Austria
La victoria del FPÖ, junto con la caída del ÖVP y los socialdemócratas, refleja el cambio profundo que está experimentando la política austríaca. Los conservadores, que en 2019 bajo el liderazgo de Sebastian Kurz obtuvieron el 37,5% de los votos, han perdido 11 puntos porcentuales. Esta erosión en su base de apoyo puede atribuirse a la gestión del gobierno en temas como la inflación, la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania, y una recesión económica que ya lleva dos años.
El gobierno de coalición actual entre el ÖVP y Los Verdes ha enfrentado numerosos desafíos a lo largo de la legislatura, desde la pandemia hasta la crisis energética, lo que ha afectado gravemente su popularidad. La inmigración y el alto costo de vida han sido temas clave en estas elecciones, y han sido explotados por el FPÖ para captar el descontento de la población.
Con el escrutinio casi finalizado, la atención se centra ahora en el presidente Alexander Van der Bellen, quien tendrá la tarea de iniciar las conversaciones para formar un nuevo gobierno. Aunque la Constitución no le obliga a otorgar la formación del gobierno al partido más votado, hasta ahora esta ha sido la tradición. Sin embargo, Van der Bellen ya ha manifestado previamente su reticencia a favorecer a un partido que no condena la invasión rusa de Ucrania y que adopta posturas antieuropeas, en clara referencia a Kickl.
A pesar de su victoria, el FPÖ se enfrenta a complicadas negociaciones para formar un gobierno. Los próximos días serán decisivos para definir el futuro político de Austria, que se encuentra en el centro del debate en Europa debido al auge de las fuerzas ultraderechistas